Este escatológico libro me hizo mucha gracia la primera vez que lo leí, pero cuando vi la reacción de los niños (sobre todo entre 4-7 años) se convirtió ya en uno de mis favoritos para siempre jamás. Se lo pasan... bueno, indescriptible, y, claro, te contagian inevitablemente. La edición que más me gusta es la de Altea, que ya no puede conseguirse; una pena: era un álbum sin troquelados, y para contárselo y dejarlo en la biblioteca del aula estaba genial porque era indestructible. Cuando esa edición desapareció, Alfaguara sacó dos formatos: uno demasiado pequeño como para contarlo en gran grupo y poco manejable para los de 4, que prefieren formatos más gandes; y otro del tamaño anterior, de álbum, pero con el inconveniente de que tiene pestañas, troquelados..., que es el que me compré y que está medio destrozadito, el pobre.
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